Ciervos descansando bajo cerezos en flor
“Conocer la primavera fue todo un descubrimiento para aquel cervatillo de pocos meses llamado Shika, nombre que significa ciervo de buen corazón. El mes de abril mudó el paisaje con su seda y nuestro amiguito quedó fascinado por la deslumbrante y envolvente belleza del sakura. Junto a su madre y otros ciervos, cada atardecer recorrían el Parque de Nara con parsimonia, hasta llegar a aquel paraíso de flores blancas y rosas, que alfombraban el suelo y adornaban las ramas de los árboles. Era un lugar embriagador, un enclave de auténtico ensueño a los pies del Monte Wakakusa. Shika no podía sentirse más feliz en aquel paraíso natural lleno de árboles que reventaban de flor, mecidos por la brisa y los trinos de los pájaros, cuyos cantos hacían las delicias de todos. Lo que Shika no sabía es que tenía mucha suerte, porque aquella era una atípica primavera, en la que la presencia humana brillaba por su ausencia gracias a un terrible virus que, sin embargo, se había convertido en cómplice del mundo salvaje”.
Además de protagonizar este cuento, Shika podría ser uno de los ciervos que hace unos días descansaban a la sombra de unos cerezos en flor en el Parque de Nara, situado en la ciudad de Nara en el sur de Japón, un lugar famoso por sus bosques de cerezos y por los más de 1.200 ciervos que viven en él habitan. Cada año recibe miles de visitas de turistas de todo el país, pero esta primavera ha podido verse una imagen diferente en la reserva gracias a las escasas visitas.
Quiso el destino que la reducción drástica de visitas provocada por la declaración del estado de alarma en Japón el pasado día 7 de abril coincidiera con la floración de los cerezos. Al día siguiente, quienes se acercaron al parque a pasear se encontraron una idílica imagen de decenas de ciervos dormitando bajo los árboles en flor. Una escena que encarna la primavera más hermosa, aquella en la que estética y respeto por los animales, dejando que disfruten también ellos del sakura (flor del cerezo), es decir, de su hábitat tengan un lugar en el mundo. Tanto los ciervos como el sakura son considerados sagrados en ese lugar, y también venerados. En Estas imágenes demuestran que logran llevarnos al séptimo cielo viéndolos tan felices y sintiendo tanta hermosura…
Igual que el florecer representa la primavera y un nuevo inicio tras un largo invierno, convirtámoslo también en el símbolo de un antes y un después frente a la flagrante insensibilidad humana hacia el entorno. Hagamos de este inhóspito mundo un auténtico hogar, en el que cada flor sea una promesa cumplida de felicidad…
Más allá de la anécdota, tomar nota de la importancia de cuidar que los animales tengan un lugar en el mundo donde poder vivir sin ser molestados es la moraleja de esta bonita historia, que parece salida de un cuento lleno de fantasía. Sin embargo, precisamente por su excepcionalidad, esconde una triste realidad. Quizás ese paisaje mágico sea un lugar de trance, captado por un Vídeo que se convierte en testigo y puerta de entrada siempre abierta, por la que entrar descalzos y en silencio, con los ojos y los oídos bien despiertos…
Atravesado el umbral, las leyendas y creencias culturales nos ayudarán a encontrar el camino, siguiendo la brújula del corazón y del respeto ambiental. Siendo las flores de cerezo un elemento icónico del paisaje primaveral nipón, y una gran maravilla a ojos de la humanidad, este tipo de situaciones enriquecen el símbolo del espíritu japonés de la belleza, la fugacidad vida, los cambios… Así pues, igual que el florecer representa la primavera y un nuevo inicio tras un largo invierno, convirtámoslo también en el símbolo de un antes y un después frente a la flagrante insensibilidad humana hacia el entorno. Dejemos atrás tiempos pasados, no olvidemos las enseñanzas de la pandemia y miremos con emoción a ese horizonte plagado de flores y pequeños Shikas descubriendo un mundo más amable con sus ojillos y su naricilla inquieta, sin temor. Un mundo también nuevo para nosotros, en el que cada flor sea una promesa cumplida de felicidad para todos. Y entonces, sí, será el momento perfecto de poder desearnos un ¡Feliz shakura!